LAS LAGUNAS DE SEGURIDAD QUE OBSTACULIZAN LA PREVENCIóN DE SECUESTROS EN NIGERIA

Cecilia James fue secuestrada en abril del año pasado junto con otras cuatro personas mientras trabajaba en una granja del Estado de Kaduna, en el noroeste de Nigeria. Se queja de que la policía, en su opinión, no tomó medidas para dar con el paradero de los criminales y evitar su suplicio. Las víctimas permanecieron en el monte durante casi dos semanas hasta que la familia pagó el rescate. “Nos acosaban sexualmente y amenazaban con matarnos cuando llorábamos”, relata en una conversación por teléfono.

A Aisha Anaba, de 25 años, le atormenta el recuerdo del secuestro y la muerte de su hermana pequeña, Zainab Anaba. En julio de 2021, la adolescente, de 14 años, fue secuestrada junto a un grupo de estudiantes en la Escuela Universitaria de Birnin Yauri, en el Estado de Kebbi, al noroeste del país. Perdió la vida en un tiroteo entre el Ejército y los secuestradores poco después, explica su hermana. “Corría el rumor de que los secuestradores iban a ir a la escuela, pero se creyó que era una invención de un alumno”, recuerda en una entrevista telefónica, en la que acusa de negligencia al Gobierno. Maryam Anaba, otra de las hermanas, también fue raptada el mismo día en la escuela y trasladada a un bosque, y aunque fue liberada días después, hasta la fecha los organismos de seguridad nigerianos no han podido rastrear a los delincuentes.

Nigeria experimenta desde hace años una crisis de secuestros y violencia considerada por algunos expertos la más grave de África. La primera semana de este mes, varios grupos armados secuestraron a unas 500 mujeres y niños en el norte del país africano. Unos 130 de ellos ya han sido liberados, según fuentes oficiales. Un informe de la consultoría SBM Intelligence revela que desde 2019 casi 15.400 personas han sido secuestradas en el país. Entre 2011 y 2020, esta firma calcula que los rescates pagados supusieron más de 18 millones de dólares (14,5 millones de euros, aproximadamente). El suceso de este tipo que hasta ahora ha acaparado más titulares se produjo en abril de 2014, cuando 276 estudiantes fueron raptadas por el grupo yihadista Boko Haram. Desde entonces, el norte del país se ha visto sacudido periódicamente por este tipo de actos criminales, mientras numerosos organismos internacionales exigen la adopción de medidas para garantizar la seguridad de los ciudadanos del norte del país y en particular de los niños en edad escolar.

En algunas zonas, el aumento de los secuestros por motivos religiosos está empezando a ganar terreno, pero los expertos afirman que el pago de rescates económicos está en la raíz de estos delitos. “El motivo es sobre todo económico”, afirma Frank Tietie, abogado y activista de derechos humanos en Abuya. “Los secuestradores han demostrado hasta ahora ser ciegos desde el punto de vista étnico y religioso, a juzgar por los perfiles de sus víctimas”.

El Estado carece de capacidad para vigilar adecuadamente la mayor parte del país, lo cual ha dado una enorme libertad de movimientos a los secuestradores y les ha permitido gozar de impunidad

“El Estado carece de capacidad para vigilar adecuadamente la mayor parte del país, lo cual ha dado una enorme libertad de movimientos a los secuestradores y les ha permitido gozar de impunidad”, resume James Barnett, experto en seguridad e investigador del Instituto Hudson, con sede en Estados Unidos. Así se produce “un efecto de imitación, sobre todo en medio de esta crisis económica” que afecta a la nación africana, añade. En su opinión, los delincuentes han alcanzado tal grado de poder y autoridad de facto sobre algunas zonas rurales de Nigeria que se han convertido en “auténticos caciques”.

Para los expertos consultados, la crisis de secuestros en Nigeria es una prueba de que la infraestructura tecnológica y de inteligencia del país está fallando. Stephen Kefas, activista de derechos humanos y periodista, cree que secuestros masivos como los de este mes de marzo podrían haberse evitado si los servicios de inteligencia nigerianos hubieran sido más eficaces. Él, que ha sido detenido acusado de difamación —en su opinión, debido a sus críticas contra las autoridades— afirma que el Gobierno puede “seguir a cualquiera hasta cualquier parte del país si quiere, pero no puede seguir la pista a terroristas que están en el bosque haciendo llamadas”, apostilla en referencia a un ataque perpetrado por hombres armados contra la academia militar de élite de Nigeria en agosto de 2021, que se saldó con la muerte de dos oficiales y el secuestro de otro.

En 2022, el Gobierno nigeriano aplicó una norma que exigía la sincronización de las tarjetas SIM de los móviles con los Números de Identificación Nacional para mejorar la seguridad. Sin embargo, algunos familiares de víctimas señalan que los secuestradores siguen haciendo llamadas imposibles de rastrear. El exministro nigeriano de Comunicaciones y Economía Digital, Isa Pantami, promotor de la iniciativa —que ha sido criticado por solicitar fondos para pagar el rescate de algunas víctimas secuestradas a principios de este año—, culpa a las agencias de seguridad de no aprovechar eficazmente la norma para seguir la pista a los delincuentes.

Stephen Kefas, activista de derechos humanos y periodista, cree que secuestros masivos como los de este mes de marzo podrían haberse evitado si los servicios de inteligencia nigerianos hubieran sido más eficaces

En opinión de Andrew Agbo-Madaki, catedrático de Ingeniería de Ciberseguridad e Inteligencia de la Universidad Ontario de Administración de Empresas y Comunicaciones, Nigeria dispone de la tecnología necesaria para combatir la delincuencia, pero la voluntad política de atajar el problema y la cooperación e intercambio de datos entre los organismos de seguridad siguen siendo un gran problema. “Lo que necesitamos es que los organismos policiales sean capaces de colaborar unos con otros”, afirma.

Emeka Okoro, analista principal de seguridad de la empresa de seguridad SBM Intelligence, puntualiza que Nigeria necesita un enfoque global que incluya tanto la tecnología como la participación de la comunidad para reducir los secuestros. “Las soluciones tecnológicas, como las cámaras de vigilancia, el seguimiento por GPS, las aplicaciones móviles y los sistemas biométricos, pueden prevenir eficazmente los secuestros disuadiendo a los posibles secuestradores, controlando los movimientos y permitiendo una respuesta rápida en caso de emergencia. Algunos ejemplos son el uso de CCTV en el Reino Unido, rastreadores GPS en Nigeria y aplicaciones de alerta de emergencias como SafeCity y bSafe en Noruega. La participación de la comunidad a través de plataformas como las redes sociales y los programas de vigilancia vecinal también desempeña un papel crucial.”

Oludare Ogunlana, catedrático de Seguridad Nacional en la Universidad Collin de Texas, subraya que los problemas de seguridad no pueden resolverse únicamente con tecnología, ya que esta no es infalible. Y menciona como ejemplo las elecciones a la presidencia de Nigeria, en 2023, en las que miembros de la oposición protestaron por una supuesta manipulación del Sistema Bimodal de Acreditación de Votantes, un dispositivo electrónico para verificar la identidad de los votantes mediante huellas dactilares y reconocimiento facial. Como solución práctica al problema de la inseguridad, Ogunlana aboga por la creación de una policía regional —hoy en día se trata de un cuerpo federal—.

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